La auto-aceptación

Donde empieza todo

8 de septiembre de 2019

Al hilo de dos artículos anteriores publicados últimamente en el blog relacionados con la motivación deportiva y la presión social, me gustaría ahondar todavía más en aspectos que tienen más que ver con el factor mental que con el físico.
No creo que actualmente nadie dude de la importancia de los aspectos psicológicos y por ello, de forma periódica me gusta tratarlos y reflexionar sobre ellos.

La auto-aceptación podría definirse como el paso que hay más allá del auto-conocimiento y que presupone una propia visión, idea, imagen,… por la cual uno se reconoce a uno mismo, se acepta y en caso que no, ejecuta una serie de actuaciones que le permiten llevar el estado actual hacia el punto al que quiere dirigirse.
El término auto-aceptación presupone tener una visión realista tanto del lugar actual como, caso de querer cambiar algo, el lugar al que dirigirse. En caso contrario, no existe la auto-aceptación deportiva y lo que hay es una infelicidad y una insatisfacción permanente.

La auto-aceptación es un término complejo que engloba múltiples facetas. En el plano deportivo podríamos, por citar algunas, referirnos a:

  • Las capacidades fisiológicas de rendimiento que la genética y el entrenamiento nos ha dotado.
  • Las habilidades técnicas en determinadas disciplinas deportivas.
  • La morfología de nuestro cuerpo.
  • El umbral de potencia funcional.
  • La capacidad de sufrimiento y superación de dificultades.
  • La inteligencia táctica.
  • El tiempo disponible que podemos dedicar al entrenamiento.

El conjunto de todas estas variables y muchísimas más es lo que nos define como personas, en primera instancia, y como deportistas, las que están relacionadas con la actividad física.

Auto-aceptarnos supone acoger con normalidad ese boleto de lotería que el destino ha reservado para nosotros. Y al igual que a unos les toca el gordo de Navidad (llámese Kilian Jornet, Mathieu Van der Poel, Mario Mola) a otros les toca un boleto menos agraciado.

Personalmente ya me gustaría poder ser más listo, más rápido, más resistente, más fuerte, más lo que sea. De hecho, en cualquier campo vital, muchos quieren ser más. Y está bien, puesto que es el motor que impulsa al crecimiento personal y a la mejora en el campo en que invirtamos nuestros esfuerzos. Pero esto no puede transformarse en insatisfacción ni infelicidad.

En la auto-aceptación deportiva encontramos el punto de partida como escribía en el subtítulo del artículo. Y desde el conocimiento de nuestras debilidades y fortalezas podemos determinar las acciones a realizar para trabajar todos y cada uno de los aspectos que nos permitan alcanzar la excelencia, sea en el deporte, sea en cualquier otro campo.

El antiguo SKY y actual INEOS puso muy de moda el concepto «ganancias marginales«. Esto no era más que el resultado de un análisis en profundidad de todos y cada uno de los conceptos que podían permitir un incremento de rendimiento. Tanto daba la magnitud puesto que al final, la suma de todos ellos, suponía ganar carreras.

La auto-aceptación deportiva es justamente el punto de partida a partir del cual trabajar todos y cada uno de los aspectos a mejorar hasta el punto de ir al límite buscando estas ganancias marginales. Obviamente, deben estar ajustadas al nivel de exigencia de cada uno y las posibilidades reales de rendimiento pero no hay que perderse en los valores absolutos del rendimiento sino en el grado de mejora conseguido. Al fin y al cabo es lo divertido. Simplificando sería algo así como la nota que ponía el profesor de educación física, en que no evaluaba por el rendimiento obtenido sino por la mejora obtenida.